A los 9 años, Pepito comparece ante el tribunal acusado de violar a una preciosura de 18. En plena audiencia, el juez le pregunta a la abogada:
—¿Qué puede decir a favor de su defendido, doctora?
La abogada le baja los pantalones a Pepito, le coge el pipí y se lo muestra al magistrado:
—Mire que tamañito tiene, señor juez. ¿Cómo van a acusar a este niño de semejante delito? ¡Mírelo! ¿Ud. cree que con una cosita tan pequeñita se puede violar a una mujer?
Y Pepito le murmura al oído:
—¡Doctora, no me lo siga sobando que perdemos el juicio!
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