En una clase práctica de Derecho Civil (obligaciones y contratos), el profesor le dice a uno de sus mejores alumnos: Si usted tuviera intención de regalarle a alguien una naranja, ¿cómo lo haría?
—Tomá, te regalo esta naranja — respondió el alumno.
—¡No no no!, — dijo el profesor visiblemente contrariado, — ¡piense y actúe como un abogado!
El alumno aventajado recapituló y exclamó:
—¡Ah bien!, yo le diría: En este acto, voluntariamente y de forma expresa, te cedo, para tu propio uso y disfrute, sin restricción alguna, todos mis derechos sobre esta naranja en todas sus partes, y en todo cuanto le fuere inherente, incluyendo la piel, la pulpa, el jugo y las pepitas, quedando bien entendido que podrás morderla, cortarla, congelarla o ejercitar cualquier otra acción, con facultad de cederla a un tercero, en todo o en parte, con pepitas o sin pepitas, y para que conste, a los efectos oportunos....
—Aprobado!
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