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septiembre/1956

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Muere un ingeniero ateo y se va al cielo y allí encuentra a San Pedro ocupado con muchos papeles sobre su escritorio. Después de presentarse con él, San Pedro rápidamente le dice:

—Lo siento pero los ateos no entran al cielo

El Ingeniero entonces se va al infierno donde lo recibe un feliz Satanás que nunca había visto un ingeniero antes en sus dominios.

Al tiempo el ingeniero se aburrió de estar allí y puesto que la vida allí era un infierno, decidió hacer mejoras en el lugar. Empezó con las cosas obvias: desinstalo el guindows de todas las computadoras, lo que desde ya, generó un mejor ambiente en todo el infierno. Luego, continuó con proyectos poco ambiciosos: instalar escaleras mecánicas, purificador de cenizas, aire acondicionado, etc. Poco a poco, fue mejorando todos los aspectos de la vida en el lugar. Instaló Internet, telefonía celular, parrillas de doble lado, etc. Realmente, la gente ya no preocupaba mucho de llegar al infierno.

Después de algunos años, San Pedro decidió averiguar por qué ya nadie mostraba mucha infelicidad de irse al infierno. Para ello, se comunicó directamente con el propio Satanás.

Hola, ¿Cómo está todo por allá abajo? Hace tiempo no sé de ustedes.

A lo que Satanás respondió:

—Muy bien, estamos a todo dar, nunca antes habíamos estado tan bien como ahora

San Pedro le preguntó a boca de jarro:

—¿Y a qué se debe ese cambio?

—Bueno —respondió Satanás— ahora tenemos linux, escaleras eléctricas, purificador de cenizas, aire acondicionado, reciclador de carne quemada, celulares, Internet; escribe a mi correo electrónico diablofeliz@infierno.com o también en mi facebook. Estás en mi album de fotos.

Y San Pedro sorprendido le respondió:

—¿Cómo lograste conseguir tantos adelantos técnicos?

—Bueno —dijo Satanás— gracias a un ingeniero que nos enviaste, todos aquí estamos contentos con él.

San Pedro casi a los gritos le contestó:

—Un ingeniero, eso no es posible, debe de ser un error, no puedes tener un ingeniero en el Infierno! Mándamelo de inmediato o... te demandaré!

Entonces Satanás empiezó a reírse con tanta fuerza, que las lágrimas se le salían de los ojos. Después de recuperarse de la risa le dijo:

—¿Así? ¿Y cómo piensas demandarme, si todos los abogados están en el infierno?

Sonreir otro poco...

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