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Los Abogados jamás deberían hacer una pregunta a una abuela si no se encuentran preparados para la respuesta.
Durante un juicio en un pequeño pueblo, el abogado acusador llamó al estrado a su primera testigo, una mujer de avanzada edad.
El abogado se acercó y le preguntó:
—Sra. Fortunati: ¿sabe quién soy?
Ella respondió:
—Sí, lo conozco señor Sanny. Lo conozco desde que era un niño y francamente le digo que usted resultó ser una gran decepción para sus padres. Siempre miente, cree saber de todo, es muy prepotente, abusivo, engaña a su esposa y lo peor de todo, manipula a las personas. Se cree el mejor de todos cuando en realidad es un pobre hombre. Vaya que sí, lo conozco...
El Abogado se quedó perplejo, sin saber exactamente qué hacer. Sin embargo, para salir del paso y apuntando hacia la sala, le preguntó a la Sra. Fortunati:
—¿Conoce al abogado de la defensa?
Nuevamente ella respondió:
—Claro que sí. Yo también conozco al señor Pérez desde que era un niño. Él es un flojo y medio raro, y tiene problemas con la bebida. No puede tener una relación normal con nadie y es el peor abogado que conozco. Sin mencionar que engañó a su esposa con tres mujeres diferentes, una de ellas la esposa suya, ¿recuerda? Sí, yo conozco al Sr. Pérez. Su mamá tampoco está orgullosa de él.
El abogado de la defensa casi cae muerto.
Entonces, el Juez llama rápidamente a los dos abogados para que se acerquen al estrado, y les dice:
—Si alguno de los dos, le pregunta a esa vieja si me conoce, los mando a la silla eléctrica a los dos.
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