Buscar las normas por los textos de su contenido o de su metadata
julio/1991
noviembre/2008
diciembre/2005
diciembre/2007
decreto supremo
ley 128 octubre/2000 37 mayo/1992 44 abril/2008 37 octubre/1991 43 noviembre/2011 52 enero/2004 36 agosto/1969 42 agosto/2007 36 octubre/2005 40 julio/2002 48 31 de julio de 1997 54 octubre/2004 37 abril/2004 35 diciembre/2004 71 noviembre/2004 45 junio/1997 43 septiembre/2005 40 diciembre/2008 44 abril/2005 41 julio/1993 35 julio/2004 37 marzo/1993 43 mayo/2008 42 mayo/1997 42 junio/1999 48 julio/2005 38 febrero/1969 57 agosto/2004 36 junio/2004 54 julio/1997 92 julio/1969 45 noviembre/1968 43 diciembre/2001 42 septiembre/2004 54 junio/1969 47 mayo/2004 61 noviembre/2006 35 julio/2009 35 decreto presidencial 45Se cuenta de un acaudalado comerciante que dejó un testamento carente de todo signo de puntuación. Nunca se podrá saber si este hombre, llamado Don Juan Magnánimo Simplón, obró por ignorancia, malicia, astucia o por un profundo sentido del humor, aunque en su vida nunca tuvo fama de bromista.
El legado en cuestión dice así:
“Dejo mis bienes a mi sobrino Juan no a mi hermano Luis tampoco jamás pagaráse la cuenta al sastre nunca de ningún modo para los jesuitas todo lo dicho es mi deseo”. Don Magnánimo Simplón.
Se dio lectura del documento a las personas aludidas por él, y cada cual se atribuía la preferencia. Mas al fin de resolver estas dudas, acordaron que cada uno presentara el escrito correspondiente con los signos de puntuación cuya falta motivaba la discordia.
El sobrino Juan lo presentó en esta forma:
“Dejo mis bienes a mi sobrino Juan, no a mi hermano Luis. Tampoco jamás pagaráse la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo”. Don Magnánimo Simplón.
No conforme con esta interpretación, Luis lo arregló así:
“¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No, a mi hermano Luis...” y lo demás lo dejó igual.
El sastre, a su vez, justificó su reclamación como sigue:
“¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No ¿A mi hermano Luis? Tampoco, jamás. Pagaráse la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo”. Don Magnánimo Simplón.
De este modo, el sastre intentó cobrar su cuenta, pero se interpusieron los jesuitas reclamando toda la herencia, sosteniendo que la verdadera interpretación del escrito era ésta:
“¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¿A mi hermano Luis? Tampoco, jamás. ¿Pagárase la cuenta al sastre? Nunca, de ningún modo. Para los jesuitas todo. Lo dicho es mi deseo”. Don Magnánimo Simplón.
Esta lectura motivó gran escándalo entre los concurrentes y, para poner orden, acudió la autoridad. Esta consiguió restablecer la calma y después de examinar el escrito objeto de la cuestión, exclamó en tono severo:
—Señores: Aquí se trata de cometer un fraude; la herencia pertenece al Estado, según las leyes en vigor; así lo prueba esta verdadera interpretación:
“¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¿A mi hermano Luis? Tampoco. Jamás pagaráse la cuenta al sastre. De ningún modo para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo”. Don Magnánimo Simplón.
En virtud, y no resultando herederos para esta herencia, yo, el juez, etc., etc., me incauto de ella en nombre del Estado. ¡Queda terminado este asunto!
LexiVox 2011 - La Paz, Bolivia
Sitio impulsado por DeveNet.Net - software para Internet